lunes, 26 de noviembre de 2007

Santiagolares



En conjunto con mis queridos compañeros de universidad hemos realizado una wikipedia respecto de nuestra hermosa ciudad de Santiago. Si presionan el título de este podst podrán ir a la página. Colaboren con esta campaña haciendo artículos y recomendando sus lugares preferidos de la capital.

Otros proyectos de nuestro curso son:

Bestiario Nacional
Wikiambiente
Periodismo Abierto

y por supuesto:

Santiagolares

domingo, 25 de noviembre de 2007

Patagonia sin Represas

En mi recorrido por el programa La Ruta de Chile me encontré con muchos lugares que sufren el embate de las grandes empresas nacionales e internacionales que se dedican a destruir ecosistemas y a limitar las oportunidades de sobrevivencia de los lugareños. Este es uno de los peores casos.

Se inundarán muchos lugares que, además de poseer una belleza inigualable, acoge a cientos de especies difíciles de encontrar en otros lugares del mundo, como huemules o cóndores, por nombrar a los más conocidos.

Les dejo un video de Patagonia sin Represas:

jueves, 22 de noviembre de 2007

“El término femicidio (femicide), se constituye como la forma más extrema de violencia y se refiere al asesinato de mujeres por razones de género y de violencia por parte del hombre en una situación de soberanía, control y poder. Es decir, no necesariamente tiene que ver con la muerte de una fémina, sino cuando ésta se produce en una situación de subyugación ante algún hombre, ya sea en el ámbito público o privado.”

Extracto de este ensayo

La aparición del Femicidio en el discurso público chileno: análisis de la prensa durante la década de 1990 y principios del 2007, hasta la campaña publicitaria televisiva de 2007, para evitar el abuso y maltrato a las mujeres.


Daniel Sanhueza Rojas

4° año de Periodismo

Noviembre de 2007

Introducción

La violencia contra la mujer y sus manifestaciones en diversas formas de agresión, como abuso, violación y asesinato, se encontraba hace algunas décadas naturaliza e invisibilizada en las sociedades occidentales. La consideración de estas prácticas como concernientes al ámbito de lo privado, –siguiendo a Juan Pablo Arancibia[1]- expresión de una doxa y phone, las mantuvo por mucho tiempo acalladas en el espacio social público. Es recién en la segunda mitad del siglo XX que las mujeres a partir de sus propias experiencias, particularmente las feministas, comienzan a nombrar esta violencia como el reflejo de la asimetría existente en las relaciones de poder entre hombres y mujeres. Es en este punto que se comienza a visualizar que la perpetuidad de estas prácticas violentas, sobre todo el asesinato, están abocadas a mantener y perpetuar la subordinación y desvalorización de lo femenino.

En la década de 1980, los movimientos de mujeres y feministas de Latinoamérica se centraron en evidenciar este tipo de prácticas. Es así, como a partir del trabajo de estas organizaciones, desde la sociedad civil, se constatan y denuncian los femicidios como la expresión más extrema de la violencia de género.

La Conferencia de Derechos Humanos celebrada en Viena en 1993, reconoce la violencia contra la mujer, tanto en la vida pública como privada, como una grave violación a los DD. HH. Junto con otorgarle dicho nivel, establece la responsabilidad de los estados en prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres.

A nivel regional, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer –o Convención de Belem do Pará- adoptada en 1994, establece la obligatoriedad de los Estados a implementar mediadas en esta dirección. Sin embargo, en la mayoría de los países de la región, el reconocimiento por parte de los gobiernos de la violencia contra las mujeres como objeto de políticas públicas y de cambios legislativos ha quedado reducido –tras las negociaciones y los censos políticos- a la violencia intrafamiliar o doméstica.

El día 24 de octubre de 2007, la Presidenta Michelle Bachelet encabezó el lanzamiento de la campaña comunicacional contra la violencia intrafamiliar que se concretará mediante spots publicitarios en todos los medios de comunicación masivos, entre el 25 de octubre y el 25 de noviembre.

En el spot publicitario transmitido por televisión abierta, una pareja heterosexual comienza a discutir en medio de un local atiborrado de personas. La violencia del hombre va en aumento hasta el punto en que empuja a la mujer y la saca a tirones del local, mientras los “espectadores” permanecen sentados en sus sillas. Termina con una voz en off que enuncia “en este local habían más de 20 personas y nadie hizo nada, te imaginas qué podría pasar cuando ella esté sola en su casa”.

Pero estas apreciaciones y el nombre de la campaña (“contra la violencia intrafamiliar”) tienen una serie de implicaciones que se remiten a una historicidad en las relaciones de poder entre hombres y mujeres en nuestro país, que conlleva una complejidad mucho más profunda. Ésta está ligada a una serie de condicionantes video-políticas y biopolíticas que deben ser analizadas en perspectiva y, que probablemente no se puedan abarcar a cabalidad en las dimensiones de este trabajo, aunque la pretensión es fijar ciertos parámetros para la comprensión de las mismas.

Historicidad del proceso en Chile.

La legitimización del Femicidio en el ámbito público hasta el 2007.

El término femicidio (femicide), se constituye como la forma más extrema de violencia y se refiere al asesinato de mujeres por razones de género y de violencia por parte del hombre en una situación de soberanía, control y poder. Es decir, no necesariamente tiene que ver con la muerte de una fémina, sino cuando ésta se produce en una situación de subyugación ante algún hombre, ya sea en el ámbito público o privado.

Por otra parte, la definición de violencia intrafamiliar reduce la violencia contra las mujeres al espacio privado, impidiendo ver que ésta se ejerce también en las calles, en los espacios laborales y en el conjunto de instituciones que están permeadas por las relaciones de género.

“Este concepto, además, propone la invisibilización/disolución del sujeto “mujer” en un supuesto beneficio del colectivo “familia” ubicando como iguales la agresión contra el sexo femenino, contra los niños, contra los ancianos y contra los discapacitados, sin mencionar las relaciones jerarquizadas y de poder al interior del núcleo familiar, así como el lugar de subordinación de las féminas en relación a los hombres. Se elude así el origen de la violencia contra las mujeres y con ello los cambios necesarios para su erradicación.”[2]

En este plano se centró gran parte del desarrollo publicitario, mediático comunicacional y video-político[3] de la década de 1990, hasta el año 2006[4]. Permitiendo la aparición de eufemismos tan cotidianos en nuestra sociedad durante estas décadas relacionados a los “crímenes pasionales” o a frases arraigadas en el habla popular como “si le pega es por algo”, “quién te quiere te aporrea” o “en lo suyo no ma’ pega”.

La Ley de Violencia Intrafamiliar (VIF) de 1994, no distingue en el espacio familiar la violencia contra las mujeres en tanto violencia de género. Asimismo, la ley tipificó la violencia en la familia como una simple “falta”, es decir, como problema privado de menor importancia y no como delito, lo que habría sido acorde con su carácter de violación a los Derechos Humanos.

Esta normativa fue reformada en octubre de 2005. En ella se mantiene la tipificación de la violencia como falta, y solo se la considera como materia criminal cuando ésta se produce en forma habitual permanente o continua. El fundamento de la legislación “es el reforzamiento del vínculo matrimonial o de la familia, es decir, se ponen los derechos y deberes conyugales y/o parentales por sobre la integridad personal, en este caso de las mujeres que son las que más sufren la violencia”[5].

La situación descrita hasta el momento plantea una contradicción en y entre el discurso y la video-política que se planteaba desde el estado y la biopolítica que los medios de comunicación generaban.

Por una parte, se habla de la protección de la mujer, de sus derechos y de su igualdad ante el género masculino, en el ámbito político mediático, situación que se ve acrecentada con la aparición de Michelle Bachelet como candidata a la presidencia de la república.

Por otro lado, el “discurso popular”, la precariedad de las políticas públicas y el lenguaje utilizado por la prensa escrita, establecen una –siguiendo a Faucault, citado por Juan Pablo Arancibia[6]- biopolítica-policiaca de control sobre el cuerpo femenino, de administración de su libertad y del castigo ante el intento de uso de la misma.

Ejemplos que evidencian esta situación son expuestos en el texto Femicidio en Chile, un estudio realizado por el Área de Ciudadanía y Derechos Humanos de la Corporación Humanas. En esta investigación se analizaron diferentes portadas y notas informativas del diario La Cuarta durante los años 2001 y 2002, pero dejando en evidencia que el léxico utilizado proviene y está naturalizado durante la década de 1990. Algunos de los extractos muestreados por la corporación son los siguientes:

“vigilante privado mató a balazos a ex amada y se suicidó: víctima no quiso reconciliación…

Los celos y la amargura por no poder conseguir que su amada reconsiderara su decisión de terminar la relación sentimental que ambos habían mantenido, enloqueció a un guardia de una conocida empresa de seguridad, quién reaccionó demencialmente, disparando a la mujer”[7]

“Enfurecido porque ella se negó a intimar con él”[8]

“Enfurecido porque su conviviente lo había abandonado, la mató de un escopetazo”[9]

En estos tres casos planteados, queda en evidencia una práctica arraigada en el periodismo de la época, hasta el primer lustro del siglo XXI, donde los casos de femicidio no eran asociados ni categorizados como violencia en contra del sexo femenino por razones de género e imposición de una agresión relacionada con la subyugación histórica de la mujer, sino más bien, con una “pérdida de sentido”, “carencia de razón”, expresión de una phone propia de los animales y de una doxa arraigada a lo privado y lo doméstico, propia de los atacantes. A su vez, es la mujer quién aparece como culpable de las reacciones masculinas al interior de la noticia, es ella quién provoca o da motivos para su asesinato. Además de los extractos ya expuestos (víctima no quiso reconciliación”, “ella se negó a intimar”, “conviviente lo había abandonado”), en el estudio se evidencia la banalización -y los motivos que provocarían los celos o la ira- con que se trata a la mujer durante las noticias:

“Apasionada, muy atenta y dicharachera”

“La mujer era un panal de miel abundante”

“Una hembra que provocaba serios perjuicios entre los peatones por la belleza angelical de su rostro” [10]

Esto deja en evidencia la contradicción entre lo que se dice en los discursos video-políticos de las campañas electorales, donde el tema de la mujer chilena y su valoración en la palestra pública ha sido constantemente esgrimida y la biopolítica que se ejerce desde los medios de comunicación, desde el discurso popular y la propia praxis del “qué hacer” de la clase política, con leyes que legitiman el asesinato de mujeres mediante su ocultamiento como una problemática real, y el tratamiento de los femicidios como problemas pasionales y culpabilizando a la mujer atacada.

La aparición del Femicidio y el paulatino cambio en la biopolítica del sujeto de castigo.

La primera aparición del concepto en la escena de los medios de comunicación nacionales se origina con el reportaje “Femicidio en Chile” de la periodista Macarena Miranda, del programa En la Mira de Chilevisión, transmitido a medidos del 2006. Desde ese momento los noticieros nacionales han ido cambiando el discurso asociado a la culpabilización de la mujer como sujeto provocador de su castigo y la limitación del ejercicio de su libertad.

A esto se suma la aparición de Michelle Bachelet como candidata, presidenta y alta mandataria de la nación y, para motivos de este ensayo, llegando hasta la primera campaña publicitaria que busca afectar directamente la conceptualización del maltrato a las mujeres -aunque sigue utilizando la terminología “maltrato intrafamiliar”- acercándolo a la palestra pública, sacándolo de su limitación al plano privado, exponiendo al hombre como un abusador y femicida e incitando al resto de la ciudadanía a reaccionar en contra del asesinato y la violencia de género.

Cabe señalar que este traspaso es paulatino, complejo y aún se encuentra en proceso, probablemente jamás culminando en su cabalidad y generándose un híbrido permanente entre ambas conciencias respecto del maltrato y el asesinato femenino.

Durante todo el 2007, el femicidio ha sido explotado por los medios de comunicación masiva, sobre todo la TV, como una forma de atraer y generar mayor demanda de parte de los telespectadores. Si bien se puede argumentar que su utilización se debe principalmente a la espectacularidad del concepto y el impacto que provoca en las audiencias, también se puede observar (aunque probablemente para ello se requieran estudios más profundos) que no es un gran cambio ante el uso de los “crímenes pasionales” como cautivador de consumidores.

De ser esto verídico, -para cuya comprobación probablemente sea necesario establecer un análisis del aumento o disminución de la sintonía entre ambos enfoques frente a las mismas noticias (asesinatos de mujeres por razones de género), en pos de descubrir si existe una real diferencia entre ambos tratamientos en cuanto a su espectacularidad y el impacto que pueda generar en los telespectadores- quiere decir que la incorporación del “femicidio” como foco en el asesinato de mujeres responde a una nueva concepción del problema del maltrato femenino, pasando desde una mujer “culpable” de los castigos de su dueño, propietario o marido, a una libre de decidir sobre su propio cuerpo y no subyugada, necesariamente, ante la figura masculina.

En este nuevo contexto, la mujer está facultada para terminar una relación, para guiar su propia vida y, de hecho, la mujer ahora es juzgada por no denunciar a su agresor. Uno de los casos que han sido tratados por los noticiarios televisivos, dice relación con una joven, captada por cámaras de la Unidad Operativa del Control del Tránsito el 15 de noviembre del 2007, cuya nota salió al aire el 18 de noviembre, que es golpeada por su pareja frente a un cuartel de policía uniformada[11].

Esta situación nos lleva a evidenciar el punto intermedio de cambio al cual nos estamos refiriendo. Por una parte, los medios condenan a la mujer puesto que no denunció a su atacante, y a la vez, los carabineros que se encontraban en la comisaría en ese momento fueron dados de baja por no reaccionar ante el maltrato. Este último actuar, pese a que los uniformados aseguran que no estuvieron en el momento en que la agresión se concretó y los antecedentes de la mujer fueron tomados una vez la primera golpiza había finalizado, está cargada de la premisa en la cuál en relaciones de pareja es mejor “no meterse” o “quizás que hizo para que le pegaran”. De hecho, algunos de los casos de femicidio o violencia (quemaduras de rostro, incendio de un automóvil con una mujer en su interior) de este año, han causado revuelo producto de que los jueces no ponen en detención preventiva a los agresores o carabineros no responde con premura a las denuncias de acoso por ex parejas o agresores.

Es así como en el 2007 se gesta una paradoja. Por un lado, los medios de comunicación, si bien siguen manteniendo parámetros masculinos y de supremacía de género en la elaboración de las pautas y patrones noticiosos, ya sea por su espectacularidad o su real reconceptualización del asesinato de mujeres, han contribuido a la visualización del femicidio en la palestra pública, influenciado y ejercido una nueva biopolítica. Aquella que criminaliza el cuerpo del atacante y no al de la atacada, aquella que culpa al que no denuncia, aquella que dejó de victimizar al atacante y no a la víctima. Por otra parte, la violencia y el ejercicio del femicidio lleva décadas arraigado en la psiquis popular y la supremacía de un patrón que se cultivó durante siglos, por el Estado, por la clase política, la clase económica y por los medios de comunicación, difícilmente desaparecerá por la inclusión de un concepto y la visualización pública de un problema antes privado.

Retomando el análisis de la campaña comunicacional contra la violencia intrafamiliar de octubre a noviembre del 2007, es necesario fijarse en el espacio que se decide utilizar para exponer la problemática. Este se podría asociar con un restaurante o con un café, espacios públicos por excelencia durante el siglo XIX, conllevando la idea de atraer una problemática antes recluida a lo doméstico.

Este spot establece un llamado explícito a la ciudadanía, mediante el mensaje en off final, a hacerse partícipe en la adoctrinación de un cuerpo que deja de ser invisibilizado o victimizado como “demente” o “pasional”. Nos referimos al agresor:

“En este local habían más de 20 personas y nadie hizo nada, te imaginas qué podría pasar cuando ella esté sola en su casa”.

Ese “nadie hizo nada” está cargado de un llamado desesperado a la ciudadanía a hacerse cargo de este agente extraño y anómalo a una sociedad “moderna” y “civilizada”, establece una biopolítica-policial que busca adoctrinar al cuerpo del atacante, pero no solo al agresor, sino a todos aquellos que espectan el suceso sin inmiscuirse en él. Pero, a su vez, quienes realizan el llamado están fuera de este escenario.

Ellos, al parecer, sí han hecho algo o no están llamados a hacer nada. La cámara con que se evidencia todo este suceso es inmaterial, como en el caso de la agresión captada por las cámaras del tránsito, ésta se encuentra fuera de la escena, es una cámara oculta, no controlada, lejana de aquél lugar, sin movimiento, con un plano fijo cuyo centro, casi por casualidad, pareciera ser la pareja que discute, cuando en realidad se fija en el fondo y su objetivo de transmisión cayó ahí por mera casualidad. Con este sistema, probablemente no de forma intencional, la video-política y el Estado se libran de la necesidad de traducir la situación descrita en este ensayo al plano de la legislación y políticas públicas. Estos, al parecer, ya hicieron lo que estaba en sus manos o no está llamado a intervenir.

El concepto “femicidio” impulsado por las feministas chilenas y del mundo, tiene por finalidad la estratificación de éste como un delito aparte y diferenciado, que esté a la misma altura que el homicidio y que frente a la agresión contra mujeres no se hable de maltrato intrafamiliar, sobre todo en casos extremos que no terminan en muerte (como quemaduras severas, apuñalamientos, disparos o mutilaciones), sino que se hable de “intentos de femicidio”, no requiriendo de la reiteración para ser categorizados como delito penal.

Probablemente este ensayo tan solo roce la complejidad del cambio biopolítico que implica la inclusión de un concepto tan controvertido como el femicidio, sobre todo porque los medios de comunicación no han sabido explicar a cabalidad las implicancias del mismo, quizás producto de su inclusión en el proceso. Probablemente la influencia que tuvo la elección de Michelle Bachelet como presidenta de la república, y su irrupción en la video-política, sean muchas y de complejo análisis. Quizás las implicancias de este suceso sean producto de una moda noticiosa cuya duración sea limitada, aún así el concepto femicidio está instalado en los medios de comunicación y difícilmente se retomarán los “crímenes pasionales” como perspectiva al momento de enunciar el crimen de una mujer por razones de género.

21 de Noviembre de 2007

Bibliografía

Juan Pablo Arancibia. Comunicación Política: Fragmentación para una genealogía de la mediatización en Chile, Editorial ARCIS, octubre 2006 .

Camila Maturana, Gloria Maira, Soledad Rojas, Área de Ciudadanía y Derechos Humanos de la Corporación Morada. Femicidio en Chile, Andros Impresores, noviembre 2004.

Corporación La Morada. Área de Ciudadanía y Derechos Humanos. El (mal) Estado de los derechos Humanos. Aproximaciones a los discursos y prácticas sobre derechos humanos de las mujeres. 2003

Michel Faucault. Traducción del francés de Fernando Álvarez-Uría. La Epidemia Neoliberal. Nacimiento de la Biopolítica de Naisssance de la biopolitique, resumen del Curso en el Colegio de Francia (1978-9), publicado en Annuaire du Colege de France, Paris, 1979. Pp 367-372.



[1] ARANCIBIA, Juan Pablo. COMUNICACIÓN POLÍTICA: Fragmentación para una genealogía de la mediatización en Chile, Editorial ARCIS, octubre 2006, Capítulo I, El Lenguaje y lo Político: de la Parrhèsía Clásica al Totalitarismo Mediatizado.

[2] MATURANA, Camila, MAIRA, Gloria, ROJAS, Soledad, Área de Ciudadanía y Derechos Humanos de la Corporación Morada. FEMICIDIOS EN CHILE, Andros Impresores, noviembre 2004, Capítulo 1, Antecedentes Generales.

[3] Entendiendo la video-política como el discurso de la clase política y sus propias medidas en el plano de la legislación y la prevención por parte del Estado.

[4] La inserción de este año es arbitraria, puesto que las medidas en el plano político no han ido en la reconfiguración legal de esta problemática, aunque los medios de comunicación y el propio spot publicitario objeto de este análisis, establecen una nueva concepción de la violencia contra la mujer, haciendo público el concepto de femicidio e inmiscuyéndose en la biopolítica que esto conlleva. Asociaciones que se desarrollan con mayor detalle en las páginas posteriores.

[5] CORPORACIÓN LA MORADA. Área de Ciudadanía y Derechos Humanos. El (mal) Estado de los derechos Humanos. Aproximaciones a los discursos y prácticas sobre derechos humanos de las mujeres. 2003. pp 37-38

[6] Op. Cit. ARANCIBIA. Editorial Arcis, 2006, Capítulo II, Revista “Sucesos” 1920: Un Dispositivo Biopolítico-Policial.

[7] La Cuarta, 21 de febrero de 2001. La utilización del diario La Cuarta como ejemplo para el muestreo, de acuerdo a esta investigación, se debe a que es el más representativo de los medios escritos nacionales en cuanto al tema.

[8] La Cuarta, 10 de abril de 2001

[9] La Cuarta, 20 de enero de 2002

[10]Op. Cit. MATURANA, Camila, MAIRA, Gloria, ROJAS, Soledad, Área de Ciudadanía y Derechos Humanos de la Corporación Morada. Andros Impresores, 2004, Pp. 67

[11] La noticia tuvo el mismo tratamiento en los cuatro noticiarios nacionales de mayor relevancia: 24 horas, Teletrece, Chilevisión Noticias y Meganoticias.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Se Acabó la Práctica

Hace seis meses todo empezó. Mi práctica en La Ruta de Chile. Ahora no se qué sentir, ni qué pensar. Extrañaré a mis compañeros, al proyecto, a la gente que me ayudó y me enseñó mucho más de lo que fui a buscar.

Fue una gran experiencia, conozco mucho de diferentes lugares del país, los sentimientos de sus habitantes, sus necesidades e historias. Aunque con todos ellos conversé por teléfono, hice hasta algunos amigos, que si algún día viajo y los veo en persona, a lo mejor me reciban con los brazos abiertos.

Quiero mucho a mi equipo de trabajo y espero que el proyecto sea todo un éxito. Mis mejores saludos a La Ruta de Chile y a todas las personas que trabajan en ella.

Que la fuerza los acompañe y su camino esté iluminado por las estrellas.

Daniel Sanhueza